viernes, 26 de diciembre de 2008

Años atrás, percibía todas y cada una de las tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos. Sólo para mí era desorden que reclamaba, exigía una resolución. Pedía entrar, entender algún día cómo me veían sus ojos. Mirar la lluvia desde adentro mismo de su matriz de tiempo.
Tiempo después, volví a percibir esa misma sensación, exacta, cortada a cuchillo, trasplantada desde esa adolescencia amarilla febril hasta un día de sol cualquiera caminando por Palermo.
Me dí cuenta de que para mí es más fácil pensarlo en términos de figuritas, hay sensaciones que se reciclan una y otra y otra vez, y son tan distinguibles entre sí como Jem y los Thundercats. Y cada mes llega un paquete nuevo, y puedo sorprenderme y alegrarme de que una nueva imagen agranda lo que viví hasta ahora, o pudrirme de tanta figurita repetida, o tratar de cambiarla por otra q me llene el álbum que quiero completar, etc, etc, etc.
Soy fiel al engendro bizarro de mis criaturas emocionales, es la única defensa que puedo alegar.

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